Desde el descubrimiento de la supuesta tumba del Apóstol Santiago en Compostela en el siglo IX el Camino de Santiago se convirtió en la más importante ruta de peregrinación en la Europa medieval. El incesante tránsito de peregrinos deseosos de visitar la tumba del Apóstol promovió la aparición y desarrollo de un rico patrimonio artístico-monumental, social y popular e incluso económico. Seguramente la ruta más importante hasta el S. XII fue este Viejo Camino que conocemos como el Camino Olvidado.
Todo comenzó a principios del siglo IX con el “descubrimiento” de la supuesta tumba del Apóstol . Inmediatamente comienzan a llegar peregrinos de todas las partes de Europa. Los peligros de la costa y el acoso musulmán propician una ruta más segura y practicable por las estribaciones de la cara sur de la Cordillera Cantábrica. Fue la gran ruta hasta el siglo XII, en que la supremacía del Camino Francés la convirtió en Camino Olvidado.
El Camino tiene forma de Y con una rama que nace en Bilbao y la otra que parte de Pamplona para encontrarse en Aguilar de Campoo. Ambas dos reutilizan la estructura de las calzadas romanas y despliegan a todo lo largo del recorrido un gran patrimonio artístico y cultural en el que el románico, como es lógico y natural, adquiere una importancia capital. El paisaje es sin duda uno de sus grandes atractivos.
Esta ruta posee una gran riqueza patrimonial de la que podremos disfrutar si llevamos los cinco sentidos dispuestos a captar cuanto encontremos a nuestro alrededor. Es la hermosura, a veces pequeña y humilde, a veces magnífica de las obras de arte que salpican el Camino Olvidado. Es el acervo de la vida humana recogida en los museos. Es el patrimonio de su cultura popular.
El Camino nos conduce por unos parajes singulares que ayudan a conjugar armoniosamente la visión de nuestros ojos y la mirada interior. Nos ofrece la oportunidad de ver, mirar , observar, oír, escuchar, cantar, conversar, conocer, aprender, respirar hondo, muy hondo… La paz del entorno, la transparencia de un cielo puro, el silencio o los rumores de la naturaleza son la mejor atmósfera para meditar, para realizar un reset en nuestra ansiedad tecnológica y postmoderna.
No es una ruta gastronómica nuestro Camino, pero en él nuestro paladar también puede tener sus gozos: que no sólo de la vista, el oído y los sensores del alma vive el peregrino: bien van por añadidura los placeres del buen yantar. Así pues para que vengáis aleccionados aquí tenéis una sencilla hoja de ruta para que podáis contentar al gurmet que lleváis oculto bajo la capa de peregrino o el atuendo de mochilero.
La historia del proceso de recuperación del Camino Olvidado comienza como un empeño personal de Adolfo D. de Miguel y sus companer@s de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Vizcaya. José Fernández Arenas en “El Viejo Camino de Santiago” (2006) presenta una propuesta de itinerario. En la primavera de 2011 José Brotons por primera vez lo recorre de una tacada. Desde entonces actividades, iniciativas y proyectos de personas y entidades nos han llevado al reconocimiento oficial del Camino Olvidado. Damos fe.