El Camino olvidado, ese viejo Camino
La gran mayoría de publicaciones, escritas o audiovisuales, acostumbran a comenzar la historia de las peregrinaciones jacobeas a mediados del siglo XII con la referencia a la que se conoce como primera guía del Camino de Santiago: el Códice Calixtino atribuido a Aimeric Picaud . Pero para entonces ya habían transcurridos tres siglos en los que peregrinos de toda Europa por mar hasta los puertos del Cantábrico o por tierra (a pie, a caballo o en carretas) cruzando los pasos del Pirineo, llegaban al suelo hispánico con la intención de visitar Compostela (ad limina Sancti Jacobi).
Todo comenzó a principios del siglo IX con el “descubrimiento” de la supuesta tumba del Apóstol , noticia anunciada al mundo cristiano por el Papa León III con la carta Noscat Fraternitas Vestra. Parece ser que la primera peregrinación oficial fue presidida por el rey de Asturias Alfonso II el Casto que desde Oviedo el año 829 fue a visitar “el Campo de la Estrella” donde mandó construir la primera ermita: quedaba así inaugurado el “Primitivo Camino de Santiago”.
Inmediatamente comienzan a llegar peregrinos de todas las partes de Europa. En el siglo X el abad Fulberto de Chartres ya relata entusiasmado que a Santiago llegan peregrinos de todas las naciones..En la Historia Compostelana se consigna (1121) la enorme afluencia de peregrinos:»es tan grande la multitud de los que van y vuelven, que apenas deja libre la calzada de occidente» Los primeros romeros hacen su ruta (iter Sancti Jacobi ) siguiendo las vías romanas, los viejos caminos que surcaban las tierras del norte y hasta por los montes, desafiando a lobos y osos. Tres eran fundamentalmente las posibilidades que se les ofrecían para poder cumplir su promesa: seguir la costa cantábrica (Camino del Norte), utilizar los caminos que comunicaban los valles de las estribaciones de la cara sur de la Cordillera Cantábrica, o aprovechar las primeras planicies de la Meseta Castellana.
La ruta de la costa era complicada: tenían que vadear las continuas rías, salvar zonas pantanosas, cruzar ríos torrenciales faltos en muchas ocasiones de puentes o con construcciones de alto riesgo. Los caminos de la meseta, si bien eran más fáciles de recorrer por ser llanos, implicaban muchos riesgos por atravesar tierras ocupadas por los musulmanes, o “tierras de nadie” (“Tierras Yermas”) o fronterizas donde las gentes vivían bajo el llamado Terror Sarraceno. Esteban de Garibay en “ Los Quarenta libros del compendio Historial” (Tomo 1º página 475) relata :»si algunos iban pos Burgos eran grandes señores y caballeros, que confiando en la mucha compañía que llevaban se atrevían a pasar por La Rioja y Bureba.» Recordemos los servicios “alternativos” de las mesnadas del Cid Campeador (segunda mitad del S. XI). Almanzor en su 45ª campaña (finales del S. X) conquista Santa María de Carrión (Carrión de los Condes). La “batalla por León” dura hasta bien entrado el siglo XI. Astorga es tomada por Almanzor en 995. Por el contrario la ruta de la montaña cruzaba por tierras vigiladas y protegidas por una serie de castillos y fortalezas. La fortificación de Frías, documentada ya a mediados del siglo IX, protege al paso del Alto Ebro y garantiza definitivamente la repoblación. La fortificación de Oña desde mediados del siglo VIII sirve de baluarte defensivo de un territorio que se había convertido en refugio de los fugitivos de las zonas musulmanas o fronterizas. El castillo de Aguilar de Campoo es una torre defensiva medieval de la que ya hay documentación en 1039. Cervera de Pisuerga contaba con varias torres defensivas, situadas en El Castillo, Peña Barrio, Peñas Negras y Vallejera: sobre la primera se construyó más tarde la iglesia gótica de Santa Mª del Castillo. En Santibáñez de la Peña se encontraba una fortaleza menor: Peñacastillo. El castillo de Guardo custodiaba un importante nudo de comunicaciones. El castillo roquero de Aguilar (Cistierna-Sabero) edificado posiblemente en el S. IX controlaba el valle del Alto Esla. Por el topónimo y algún otro rastro también en Boñar había un «castillón» que controlaba toda la Vega.En Aviados se ubicaba otra fortificación de cierta importancia en la Edad Media El Castillo de Alba (La Robla) cuya construcción es atribuida a Alfonso II de Asturias en los primeros años del S. IX, significó una barrera infranqueable para Almanzor. Una segunda línea la constituían los castillos de Luna, Gordón y Arbolio. En la protección del valle del Porma contamos con la torre defensiva de Lillo. En esta línea de seguridad se situaba seguramente el Castillo de Benal que fue edificado sobre un fortín romano.
El P. Juan de Mariana en su “Historia General de España” (libro 8º, Capítulo XI, pág. 402) reseña así el trazado de este Viejo Camino que hoy conocemos como Camino Olvidado: al «ser el señorío de los cristianos más estrecho, los peregrinos de Francia acostumbrasen a hacer su camino con grande trabajo por Vizcaya y los Montes de Asturias, lugares faltos de todo, ásperos y montuosos”.
A estos considerandos se ha de añadir el factor climático: la franja costera se ve castigada frecuentemente por las lluvias y en las tierras de Castilla los calores del verano son sofocantes. El paso de los ríos torrenciales del norte que no contaban con puentes o eran de gran fragilidad constituyeron una razón poderosa para desviar el camino hacia la cara sur de la cordillera: viejos puentes romanos (La Perdiz, Arija -La Virga ( hoy sumergido al igual que el de Congosto sobre el Sil, Vegapujín) o de construcción medieval (Balamaseda, Nava de Ordunte, Aguilar de Campoo, Cervera de Pisuerga, Mercadillo (Cistierna), Puente Viejo de Boñar, Valdepiélago,Villalfeide, Pola de Gordón… daban solución a uno de los inconvenientes más fuertes del Camino del Norte. Así es que los peregrinos una vez franqueados los “pasos altos” de la cordillera pirenaica o cantábrica, utilizaron, aprovechando en gran parte las vías romanas, el trazado de la baja montaña que, aunque sinuoso y de dificultad media, era más seguro ya que discurría bajo la custodia de castillos, fortificaciones y torres de vigilancia a cuyo amparo acudieron monjes y repobladores. Contamos con un claro eje vertebrador ya apuntado anteriormente: Espinosa de los Monteros, Aguilar de Campoo, Cervera de Pisueraga, Guardo, Sabero, Boñar, Alba (La Robla) y en línea más al norte Arbolio, Luna y Gordón.
Así nació el “Viejo Camino de Santiago” . Es racional y demostrable la existencia del Camino Olvidado, pero es tarea más complicada descubrir su trazabilidad. Julián de San Pelayo en 1892 reconoce que “apenas ha llegado alguna reliquia hasta nosotros”. Y J. M. Luengo a mediados del siglo XX escribía: “De esta antiquísima vía montañera poco se sabe aún, tanto por haberse ido perdiendo la tradición de su paso por los pueblos, como por la escasez de fidedignas fuentes documentales uniéndose a esto también la carencia de restos materiales que testimonien la dirección de la calzada, aunque es de suponer que ésta no sería obra de cierta importancia, sino simples senderos abiertos al tránsito” . Testimonio jacobeos, monumentos románicos, leyendas, infraestructuras (fortificaciones, puentes, hospitales…), avatares históricos… son las piezas que nos han de servir para reconstruir un «Camino Olvidado» que hoy quiere recuperar sus peregrinos. Dos publicaciones son las que han sido utilizadas como base para bosquejar el recorrido de esta antiquísima ruta: Vexu Kamin de Julián González publicado en 2004 (1) y EL VIEJO CAMINO DE SANTIAGO editado por José Fernández Arenas en 2006.
A lo largo de este camino, sirviéndole de base, florecieron las órdenes monásticas que huían de Al-Andalus y contaban con gentes provenientes de allí y otras originarias del norte donde estaban sometidas a gran presión demográfica. El Valle de Mena llegó a contar con dieciséis monasterios. En Las Merindades existieron aposentos monacales (San Ginés de Loma de Montija) donde daban a los peregrinos un guiso llamado olla calderona, quedándose los lugareños con el sobrenombre de calderones. Según M.C. Arribas Magro la repoblación del flanco occidental del reino astur-leonés se articula en base a la creación de monasterios: «Vítulo en Taranco en el valle de Mena (año 800), el obispo Juan en Valpuesta (año 804), San Andrés y San Félix de Área Patriniani (807); Sisenando en Fiéstoles (año 811); la restauración de San Miguel del Pedroso (año 815); Abitus en Tobiellas (año 822), Santa María de Aguilar de Campo (822), Brañosera (año 824); Valeriano en Villeña (año 829), Kardelius en Asia (año 836);el monasterio de Nidaguila en Sedano (SF), el de Escalada; y los de Santiago (Quisicedo), Santa Leocadia (Cornejo), Santa Coloma (La Mata), Santa María y San Julián (Quintanilla de Sotoscueva), San Martín y Santa Teodosia (Quintanilla del Rebollar), Santa María (Linares), todos ellos en la Merindad de Sotoscueva». Sobre todo se debe resaltar la acción del obispo Juan definido por Alfonso II como «venerable obispo y maestro mío».
M.C. Arribas Magro también referencia monasterios y poblamientos «en Campillo, Taranco, Hoz, Ordejón, Leciñana, Huerto del Moro, Burceña (800), Fresno de Losa, Villalambrús, Reanta, Calzada y Valpuesta (804), los monasterios de Santa María de Vega de Pas y San Pedro del Romeral, Cornejo, Mozares, Páganos (816)».»En en 816, se funda el monasterio de Fiéstoles (actual Esles en Cantabria) en el que conde Gundesindo dona parte de sus bienes en Castilla: en Sotoscueva, en Cornejo, en Paganos y en Pajares. Durante el reinado de Ordoño I (850-866) continúan apareciendo en la documentación monasterios en las Merindades asignados a la Diócesis de Oviedo: San Martín de Erfús en Agüera en la Merindad de Montija (identificado hasta ahora como Área Patriniani por algunos autores), San Mamés en el Alfoz de Santa Gadea, San Martín de Campo Redondo (actual parroquia de Torme) y San Román del Cuerno (actual Pico Nava) en el Valle de Valdebezana».El Camino Olvidado discurre por la geografía que está documentada como «territorios» en el mismo siglo IX, ordenados en diferentes jurisdicciones que se citan y mencionan como Mena, Castilla (800), Taranco (828 y 856), Cabrio entrante, Virtus, Santa Gadea y Campo (857). En esta época posiblemente en Merindades llegó a haber en torno a dos mil entidades de población (pueblos, monasterios, eremitorios). Según la Crónica de Alfonso III, escrita hacia el año 884, en época del rey Alonso I (739-757) se pueblan Asturias, Primorias, Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza y las Vardulias». Otro punto estratégico lo constituye el monasterio de San Pedro de Cervatos (Cantabria) fundado entre los siglos VIII y IX para controlar el paso hacia el Cantábrico.
La Montaña Palentina contó también con una buena muestra de monasterios que seguramene dieron acogida a muchos mozárabes huídos: aparte de los grandes monasterios de Sta María la Real, Santa. Mª de Mave y San Román de Entrepeñas no se deben olvidar otros menores como Santa Eufemia de Cozuelos, San Andrés de Arroyo, San Pedro de Valdecal y Abadía de Lebanza.
J. García de Foz relata que “los valles del Porma, del Curueño, del Burbia y del Cea brindaban a los fieles con su excelente situación para ejercer sus religiosos sentimientos alzando como por ensalmo monasterios y ermitas” (Crónica General de España. Provincia de León). Pedro Alba relaciona al menos diez monasterios en la Montaña de Boñar (Historia de la montaña de Boñar: 1864), la mayoría de ellos ya referenciados en el llamado Concilio de Boñar (año 929)…A modo de reseña consignamos los de San Adrián y Santa Natalia, San Esteban de Vegaquemada, San Pedro de Foncollada y el complejo monástico de Pardomino («Perameno«) que daría fundamento a la «Ruta Allerana» (San Andrés, San Salvador, San Pedro y San Pablo). En el tramo del Bierzo (conocido como la “Tebaida leonesa”) también existió gran cantidad de monasterios y un rosario de ermitas: Grandes Monasterios como Santa María de Carracedo, San Andrés de Espinareda, Santiago de Peñalba, San Pedro de Montes, San Miguel de las Dueñas y otros menores como San Estéban de Valduézar, San Fructuoso de Labaniego, San Martín de Pieros, Santa Leocadia y San Martín de Quintana de Fuseros.
Los monasterios jugaron sin duda un papel fundamental en los orígenes del Camino. Ofrecieron un significativo aporte en la estructura logística como hospedaje si bien se ha de tener en cuenta sus limitaciones. Los cenobios daban albergue básicamente a nobles, clérigos y gente pudiente que dejaban sus limosnas para el mantenimiento y esplendor del lugar. ¿Pero qué pasaba con la gran masa de quienes eran personas humildes “ofrecidas”, penitentes por sus pecados o presos en remisión de condena? Esta gente dormía en los pórticos de las iglesias (“portales”) o en los pajares conforme a la costumbre del “palo de los pobres”. Gran parte de las iglesias de montaña contaban (y aún cuentan) con un atrio que protege la entrada del mal tiempo en días de lluvia y nieve, y de la canícula en los calurosos veranos. Además estos pórticos tenían una gran importancia social pues aquí se reunían l@s vecin@s a la entrada y salida de los actos religiosos, se hacían las asambleas de las cofradías, tenían lugar los concejos, se tomaba el pan de la caridad dominical y se compartía el cuartillo de vino en celebraciones, entierros y concejos. Eran también lugar de acogida para peregrinos e incluso para los pastores trashumantes de las cañadas. En cuanto a la hospitalidad vecinal siguiendo la recomendación de la cuarta obra de misericordia corporal (“dar posada al peregrino”) la gente ofrecía los zaguanes del corral o los pajares. Los habitantes de Loma de Montija recibían el sobrenombre de “Calderones” porque en los monasterios o casas de acogida dispensaban a los peregrinos la conocida como “olla calderona”. En la Montaña Oriental de León la regulación del “palo de los pobres” establecía que se había de proporcionar al pobre o peregrino una puchera de sopas de ajo con los mendrugos de pan que portaba el acogido o por cuenta de l@s patrón@s si venía desprovisto. Visto lo cual a la hora de trazar itinerarios no se ha de exagerar la necesidad de enhebrar monasterios complicando y alargando innecesariamente el recorrido.
La acción repobladora se alarga hasta bien avanzado el siglo XII como muestra la acción del presbítero y peregrino jacobeo Gonzalo que instalado en Espinosa de los Monteros contribuyó a la construcción de la iglesia de Santa Olalla (1122) y recibió gran cantidad de donaciones de múltiples señoras nobles por diversos puntos del territorium. Cosa similar ocurre con San Guillermo en Peñacorada (León): en documentos de la Catedral de León (1171), se reseña la donación del rey Fernando II y la Reina doña Urraca, de un monte de Morgovejo para fundar un monasterio bajo la obediencia del monje Guillermo. No sabemos si este religioso provenía de Sahagún huyendo de Al-Andalus o era un ermitaño que seguía la tradición anacoreta de S. Froilán y S. Atilano. Se debe consiganar también las aportaciones y donaciones que la Reina Urraca y Afonso VII asignan al monasterio de San Pedro de Cervatos entre 1111 y 1136. El amurallamiento de Mansilla de las Mulas, dique de contención musulmana en el valle del Esla data de 1118.
Otra serie de acontecimientos permitieron el mantenimiento de esta ruta hasta incluso después de la promulgación del Código Calixtino. Quizás el más importante fue el enfrentamiento armado entre Alfonso I de Aragón y su mujer Urraca de Castilla que llevaron sus hostilidades al escenario de lo que sería el itinerario del Camino Francés: Burgos, Palencia, Osma, Sahagún, Astorga, Orense…Como anécdota podemos reseñar que la iglesia de Santa Olalla de Espinosa de los Monteros es consagrada por el obispo de Tarazona (Aragón) en vez del de Burgos (Castilla). Después vinieron los enfrentamientos entre el rey Alfonso VIII de Castilla contra Sancho VI de Navarra (1173). Para concluir con la guerra civil castellana (1351-1369) entre Pedro I y quien será Enrique II. Así pues durante mucho tiempo la paz y la seguridad solo estaba garantizada en la tradicional ruta del Camino Olvidado. Por otra parte la implantación en esta ruta de la Orden de San Juan de Jerusalén como demuestra la construcción de San Lorenzo de Vallejo (siglo XII-XIII) con abundante decoración jacobea y el testimonio de hospedería permite concluir que el Camino Olvidado se mantuvo con cierta importancia hasta el siglo XIII. M.C. Arribas Magro referencia solo en Merindades un gran número de hospitales de esta Orden:Hospital en Vallejo, de El Rebollar, Argomedo, Soncillo,Cilleruelo de Bezana,Bezana,Villamediana de San Román. Algo similar debió de ser Santa Marina (Barrillos de las Arrimadas: León) según el testimonio de la torre y diferentes escritos y tradiciones.
En esta ruta que aprovechaba calzadas romanas y caminos medievales se edificaron cientos de iglesias y ermitas románicas, algunas de gran belleza , en cuyas piedras ha quedado esculpida una rica iconografía jacobea, y permanecen habitadas por cuentos y leyendas memorables. Se erigieron cruceros como hitos en el camino o marcas de límites territoriales. Se construyeron puentes de piedra para poder cruzar los múltiples ríos que discurren por los valles de la montaña vasca, cántabra, burgalesa, palentina y leonesa. Se levantaron hospitales para acoger y curar a los peregrinos.
También aquí aparecieron topónimos y cuajaron nombres “jacobeos” que podemos encontrar en otros caminos: la puerta del perdón (o de los peregrinos), la fuente de los peregrinos (o del romero), el hospital, calle Santiago, el puente del romero, la puerta de Galicia, etc. Asimismo quedaron en sus iglesias y ermitas advocaciones tan jacobeas como San Martín de Tours (patrón de los peregrinos), Nuestra Señora de la Guía, San Roque, La Magdalena, San Severino . Y como es natural nos encontramos con infinidad de templos dedicados a Santiago: unas veces Peregrino y otras Matamoros: en Burgos Gijano, Villanueva de Mena, Quintanilla Sopeña, Espinosa de los Monteros, Quisicedo, Cidad y San Martin de las Ollas, Riaño y Herbosa; en León la Morra de Santiago, Villalmonte de Santiago, Taranilla, Fuentes de Peñacorada, Santiago de las Villas, Viñayo,Benllera, Curueña, Garueña, Fasgar, Labaniego, Villafranca del Bierzo.
A estos testimonios se ha de añadir todo un conjunto de obras artísticas algunas aún conservadas in situ como la Virgen del Brezo y su hermana la Virgen de Celada (La Robla), La Virgen de Yugueros, la de Pandorado, la cruz visigótica de Fuentes de Peñacorada y otras piezas que han sido «expoliadas» como el arca de las reliquias de San Adrián y Santa Natalia (Boñar) contemporánea (1099) y homologable con la de San Isidoro de León (1063) y la de la Cámara Santa (1072) que hoy se expone en el Art Institut de Chicago o las imágenes en madera de Cristo Crucificado y San Juan procedentes de Congosto hoy exhibidas en el Museo Marès de Barcelona, obras a las que cabría añadir las imágenes de Santigo de Otero de Dueñas (alabastro) y de Labaniego (madera) recogidas en el Museo del Camino de Astorga.
El trazado de una nueva ruta por tierras más planas comienza a finales del siglo XI: los reyes de Navarra Sancho el Fuerte y de Castilla y León, Alfonso VI desviaron la ruta más al sur por su menor dificultad y por razones de utilidad comercial. Escribe Manuel Gómez Moreno sobre Sancho Garcés III (1004-1035): «desde los mismos montes Pirineos hasta el castillo de Nájera, sacando de la potestad de los paganos cuanto de tierra se contiene dentro, hizo correr sin retroceso el Camino de Santiago que los peregrinos torcían desviándose por Álava con temor a los bárbaros». A pesar de su orografía mucho más suave este nuevo trazado tardó en consolidarse. Así lo testomonia J.M. Luengo: “el peligro era tan manifiesto que muy valiente y temerario tenía que ser el que se arriesgara tomar la nueva ruta”. El punto de inflexión lo marca la publicación del Código Calixtino (c. 1140-1160): a partir de aquí comienza la superioridad del Camino Francés, superioridad que en la época moderna llegó casi a la exclusividad de “marca única”. De todos modos este trasvase no fue un proceso automático, efecto radical del Códice calixtino y las disposiciones reales. No olvidemos que la consolidación de la frontera del Tajo que daba tranquilidad y seguridad a la Meseta Norte no concluye hasta la batalla de las Navas de Tolosa (1212). En 1305 está documentada la exención de portazgo de la Vega de Boñar para “homes e mujeres pobres e a los romeros que vienen y llegan”. Incluso en el S. XVIII tenemos testimonios del paso de peregrinos por esta ruta: el Archivo Diocesano de Palencia guarda un libro de inventarios de 1757 confeccionado para el Catastro de la Ensenada que consigna los bienes de Traspeña entre los que figuran los pertenecientes al hospital de la localidad: “cuias rentas gastta dho Hospital en amparar a los pobres enfermos y peregrinos que transittan pr estte Lugar” (pág. 35, cara b); el referido Catastro recoge los datos del monasterio de la Peña de Congosto: “suele haber diez individuos poco más o menos entre sacerdotes y legos, y su instituto es hospedar peregrinos y criar niños expósitos. Por otra parte la existencia de un importante patrimonio del Camino Olvidado en la época gótica, renacentista y barroca denota que esta ruta tuvo su cuota peregrina durante largo tiempo.
Afortunadamente hoy en día se están recuperando varias rutas jacobeas, que sin ánimo de competitividad entre sí ni de enfrentamiento contra nadie sólo quieren contribuir a enriquecer este Patrimonio de la Humanidad que es “EL CAMINO DE SANTIAGO”. En el trabajo de recuperación del Camino Olvidado ha tenido un papel fundamental el Profesor José Fernández Arenas. Su libro “El Viejo Camino de Santiago” ha supuesto la base de los trabajos de “restauración”, dura tarea que inició con esfuerzo y gran compromiso la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Vizcaya. Aunque con ciertas reservas dejamos constancia de las aportaciones del Vexu Kamin. Afortunadamente a este proyecto pionero se han unido otras asociaciones, entidades y gentes ilusionadas con sacar del olvido este Viejo Camino.
Por lo que respecta al itinerario propuesto en esta web hemos de tener presente que si bien se ajusta lo más posible a lo que han descubierto las investigaciones junto con las adaptaciones necesarias y obligadas por la estructura actual de los caminos y rutas practicables, no pretende anular otras alternativas que el peregrino quiera explorar o seguir según sus intereses, pues muchas de ellas cuentan con tradiciones, leyendas y monumentos que vale la pena tener en cuenta… En la página de “Recorrido” podemos comprobar que el Viejo Camino ofrece, además de Bilbao, otro punto de arranque ( Pamplona) para facilitar el acceso de los peregrinos venidos de Roncesvalles y otros pasos pirenaicos. El brazo “pamplonés” pasa por Frías, Oña, Sedano, Amaya, para concluir la Y en Aguilar de Campoo. De momento está señalizada la ruta que nace en Bilbao. Ojalá gente entusiasta y currante complete la señalización.
Igualmente entre Bercedo y Aguilar de Campoo cuenta con otra ruta alternativa que pasa por Polientes. Dos puntos de esta ruta suponen un cruce de caminos que permiten la permeabilidad de las grandes rutas: en Cistierna la Ruta Vadiniense y en La Robla el Camino de San Salvador. La ruta Vadiniense permitía a los peregrinos deseosos de venerar reliquias, acercarse a Liébana para rendir culto al “Lignum crucis” y otros muchos exvotos allí expuestos. Después unos hacían el camino de vuelta para proseguir por la ruta de la montaña o, a partir del siglo XII, incorporarse en Mansilla de las Mulas al Camino Francés, mientras que otros desde Liébana accedían al Camino del Norte.Otro tanto pasaba en el cruce de La Robla: sabido es por los amantes del Camino de Santiago el dicho de que quien llega a Santiago sin haber pasado por San Salvador (Oviedo) “visita al criado y no a su Señor”. También aquí eran un polo de atracción las reliquias guardadas en la Cámara Santa. A partir de aquí normalmente seguían el Camino Primitivo [MÁS INFORMACIÓN]. Al trasladarse la Capital del reino a León, ésta ciudad con su “Pulchra Leonina” supuso un gran incentivo en la ruta de las peregrinaciones y como consecuencia el Camino del Salvador se prolongó hasta la Sede Legionense.No sabemos el origen y datación del referido dicho («Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado pero no a su Señor”). Cierto es que muchos conectan esta expresión con el trazado y consolidación del Camino Francés que evitaba las Asturias, pero también es posible que venga de época anterior y en este caso es una clara referencia al Camino Olvidado. De todos modos estas dos rutas subcantábricas, como ya se ha indicado, tuvieron conexión con la Cámara Santa por medio del Camino del Salvador. Tal vez con el tiempo fue disminuyendo la atracción por las reliquias y los peregrin@s priorizaron la llegada a Santiago por el camino más corto y fácil. Sea como fuere la bajada de recaudación limosnera de Oviedo desató la campaña publicitaria cargada de moralina.
Aunque en la web de la Federación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, así como en ésta y la de Adolfo (El Camino Olvidado) se opta por una ruta que podríamos llamar estándar que avalan datos fehacientes, también existe toda una serie de referencias, leyendas y tradiciones que nos hablan de una gran diversidad de trazados siguiendo los diferentes valles marcados por la cabecera del Ebro y los afluentes del Duero: En Retortillo el camino conectaba con rutas que procedían de los puertos de Santoña, Santander y Suances. En Cervera de Pisuerga confluía el camino que venía desde Cantabria, por el Paso de Piedrasluengas, y utilizando muchos tramos de la calzada romana del Burejo (Monasterio de San Román de Entrepeñas). Desde Puente Almuhey a Cistierna hay también la alternativa de cruzar por la Guzpeña. A partir de Boñar, siguiendo el valle del Porma según la leyenda del Lago de Isoba subía otro camino hacia el norte (había un hospital en Lillo): era la llamada Ruta Allerana que provenía de la Robla con el mismo itinerario del Viejo Camino pero a la inversa. En Otero de Curueño o La Vecilla se podía seguir por la conocida ruta de San Atilano:Ranedo, Valdepiélago,Berbula, Vegacervera, Coladilla, La Vid y compartiendo ruta con el Camino del Salvador bajaba por Buiza, Beberino y Pola de Gordón para reemprender ruta propia hasta empalmar con el otro trazado en Otero de Dueñas. Esta misma ruta tiene otra variante que desde Buiza por Murias de Peredes pasa a Páramo del Sil hasta bajar a Villafranca. En Igüeña se incorporaba otra ruta que procedente de Astorga cruzaba por la Cepeda, Almagarinos. Recordemos lo ya dicho: los peregrinos salían de su casa o iniciaban su caminar desde los puertos del Cantábrico y se iban incorporando por donde les era más fácil o corto a la ruta principal en busca de compañía y seguridad, sin importarles desviarse para satisfacer sus devociones “colaterales”.
Este itinerario en sus orígenes históricos nacía tras cruzar el río Bidasoa (Irún) compartiendo ruta con el Camino del Norte hasta Bilbao. A partir de aquí seguía por la cara sur de la Cordillera Cantábrica y tras cruzar el Alto Bierzo entraba en Galicia donde se unía al Caminmo Primitivo en Melide. Si somos fieles a la historia no se puede decir que el Camino Olvidado contacta con el Francés sino todo lo contrario: es el trazado calixtino el que utiliza el último tramo del Viejo Camino (Cacabelos-Melide) para confluir con el Primitivo.
Si eres amante de la paz y la tranquilidad, si huyes de la competitividad y de la masificación, si no eres devoto de la publicidad, si disfrutas con el paisaje, si prefieres el canto de los pájaros al ruido de los motores, si te afecta la contaminación, si te quedas boquiabierto al contemplar nítidamente la Vía Láctea en una noche estrellada, si te gusta paladear las cosas bonitas aunque sean pequeñas y humildes, si sientes afición y debilidad por la arquitectura rural y popular, si eres partidario de recuperar la memoria histórica, si te sofocan los calores estivales… y piensas ir en peregrinaje a Compostela, anímate a realizar tu peregrinación siguiendo el Camino Olvidado, este Viejo Camino de Santiago. A lo largo de su recorrido descubrirás viejos túmulos, necrópolis, dólmenes y menhires , calzadas romanas, puentes medievales, restos de eremitorios rupestres (LOS EREMITORIOS RUPESTRES en los primeros siglos de la peregrinación jacobea. José Fernández Arenas. Ediciones Vadinienses 2010), castillos, torres, hospitales, iglesias, ermitas, monasterios, hermosos paisajes cambiantes según las estaciones… Verás paisajes y rincones de increíble belleza y podrás degustar una gastronomía típica digna de buenos paladares.
Si vas por el Viejo Camino seguramente se te hará más gratificante aún si cabe llegar a Compostela para abrazar al Amigo Santiago. Este “Camino Olvidado” no es precisamente de rosas, pero merece la pena peregrinar por él, por la historia y belleza que guarda. Mientras haya alguien que recuerde y recorra estos viejos caminos no estarán “totalmente olvidados”. Buen Viaje y Feliz Memoria.
Ojalá el Camino Olvidado se reconstuya como Camino de la Paz: unamos los cabos cercenados y trenzando nuestros hilos humildes y solidarios, ofrezcamos un trabajo «memorable».
(1) Aunque alguna vez en la web se cita esta fuente es preciso considerar en la justa medida su valor probatorio y testimonial , confirmando la apreciación de J. M. Luengo que reconoce la “escasez de fidedignas fuentes documentales”, como ya se ha citado anteriormente. En primer lugar se han de tener en cuenta los problemas cronológicos que plantea el texto: El Rey García Íñiguez muere entre los años 881-82 y Leodegundia ingresa en el monasterio de Bobadilla en 882 (posiblemente tras la muerte de su marido). Por otra parte ¿por qué volver a Pamplona para iniciar el viaje si en aquella corte ya nada representaba y los Caminos en esos tiempos no tenían un inicio “oficial”. Cada uno salía de su casa, y la de Leodegundia ya no estaba en Pamplona.
Respecto a su autenticidad hay muchas dudas y zonas oscuras comenzando por la presencia física del manuscrito para poder garantizar científicamente su validez. Sigue desaparecido. Es increíble el entramado de los avatares del documento hasta llegar a las manos (más bien ojos) de J. González En las fechas de la peregrinación San Froilán ya era obispo de León (900-905), ¿cómo es que este manuscrito no figura en el archivo de la Catedral leonesa mientras se conservan allí textos civiles de la época (fueros)? Por otra parte en los inicios del S. XI es imposible que hubiera un desarrollo tal del bable asturleonés del nivel que muestra la carta de Gundisalvo transcrita por el monje Valero «nel faulare das xentes deiqui» (1002): la » nodicia de Kesos» – es el primer texto en romance ibérico que data del 980 y viene a ser un latín «degradado». Por último se ha de analizar el valor definitorio a la hora de consignar el recorrido. La ruta descrita es la de un personaje de alta alcurnia que planifica su logística en base a castillos, palacios y casas señoriales dignas de su categoría social. El resto de peregrinos (devotos, presidiarios, ofrecidos, “clases medias” de la época…) se tenían que acomodar a otros referentes que aminoraran los gastos, acortaran los tiempo y redujeran los esfuerzos, salvo que sus devociones les reclamaran el sacrificio.
Las muchas dudas y sombras que acompañan a esta fuente creo que de momento no le permiten ser el “Código Calixtino” del Viejo Camino (pretendido «Codex Frolanus«) y por tanto todos los criterios de diseño no pueden estar regulados y sometidos al patrón de esta guía elaborada a primera vista. Sin duda se le debe reconocer a J. González la labor de haber hecho una primera aproximación a un trazado del Vejo Camino Olvidado, completada con las aportaciones de José Fernández Arenas. No entramos en la polémica del copyright. Este documento junto con leyendas, tradiciones, restos históricos (con las derivaciones que ellos implican), escritos y referencias existentes a lo largo del tiempo, todo este conjunto es el que nos permite perfilar una ruta aproximada a lo que pudo haber sido aquel Camino que precedió al Camino Francés y que por la preponderancia de éste ha sido durante mucho tiempo (excesivo tiempo) un “Camino Olvidado”.
Cada peregrino, según de dónde provenía, según sus intereses (devociones, lugares significados, necesidades logísticas) y en base a la búsqueda de seguridad (peligro sarraceno, lugares inhóspitos…), trazaba su itinerario, si bien había puntos de referencia donde confluían caminos, senderos, antiguas vías romanas, pasos de montaña…Bilbao, Balmaseda, Mena, Retortillo (Julióbriga), Aguilar de Campoo (punto de conexión con el brazo pamplonés), Cervera de Pisuerga, Guardo, Cistierna (Mercadillo), Boñar, Igüeña, Villafranca… Queda bastante claro que más que UN CAMINO, era una red de caminos que configuraba una amplia franja por la que discurria el caudal del peregrinaje.
ANOTACIONES
Camino Primitivo
Camino Olvidado
Ruta Vadiniense
Camino del Salvador
Camino del Norte
FEDERACION
Código Calixtino
Carta Noscat Fraternitas vestra